Homenaje hecho a los desaparecidos por la violencia en Colombia durante los años 80´s y 90´s
Cien velas en forma de hueso, cada una atravezada por una puntilla, son ubicadas una tras otra en cinco hileras de veinte. Las personas que en ese momento se encontraban en el lugar me ayudaron a encenderlas. El calor hace estragos en ellas, se retuercen, crepitan, se caen y una que otra logra mantener el equilibrio.
Una hora y media después, se apaga la última vela y en la pared sólo quedan sugeridos una especie de dibujos abstractos de cera, humo y sudor.